Como el anuncio del turrón, en vísperas de estas navidades, la pintura, las telas y las brochas han vuelto a ser el centro de atención para los componentes de gol sur. Signo inequívoco de que un nuevo tifo iba a engalanar al Benito Villamarín. La banda del glorioso sería por tanto el perfecto aperitivo en el partido anterior para seguir dándole color a nuestra grada y  llevar en volandas al equipo hacia la parte alta de la clasificación. La Real Sociedad, con la lluvia de peluches, era además el partido idóneo.

El tiempo como siempre fue la principal premisa para buscar la idea, corría rápido y en nuestra contra. Algo sencillo, con un mensaje esperanzador y con una línea continuista respecto a los anteriores. Una frase de un cántico de nuestro cancionero nos iluminó el camino : “ SOLO SE QUE JUNTOS LO VAMOS A CONSEGUIR”. El tiempo nos dará o nos quitará la razón, pero creemos en el plan y lucharemos juntos para conseguirlo, los jugadores en el campo y los fanáticos en la grada. Pues venga, empecemos a trabajar.

La vuelta al trabajo tenía una sorpresa. El rey Baltasar ataviado con el sobrero de Finidi iba a visitar de manera anticipada el Benito Villamarín trayéndonos uno de los regalos más esperados por nosotros, una nueva máquina de coser (hemos debido ser muy buenos desde luego). La exaltación de felicidad por el maravilloso regalo que tanto trabajo nos iba a facilitar, tristemente nos duró poco.

Los pocos conocimientos sobre el idioma chino, coreano o japonés (a saber en qué demonios estaba escrito el manual de instrucciones) dificultaron el montaje de la nueva máquina, pero como buenos ‘’currelas’’ conseguimos montarla sorprendentemente bien, o eso pensábamos por el momento.

Una vez resuelto el montaje, la proyección sobre las telas fue todo un éxito. En dos días teníamos todo proyectado y como buenos chavales aplicados, comenzamos a adelantar trabajo renovando algunas de las banderas y estandartes que iban a acompañar el tifo. Sorprendentemente íbamos adelantado en plazo, debe ser que hemos madurado, por fin.

Llegó el gran día de coser y pintar. Nuestro optimismo nos hacía pensar que en ese mismo día, al ser festivo, nos iba a dar tiempo de terminar todo. La horita de costura y echar nuestro día de pintura tranquilo, sin prisas… y sinceramente, al final de la tarde con una cruzcampo en la mano. Si acaso rematar detalles otro día, pero parece ser que el madurar no te quita el mal bajío que tengas y como no, nuestra mala suerte quería ser de nuevo la protagonista. No contábamos con que la máquina de coser era un fórmula 1 en manos de un conductor novel, el piñazo se veía desde lejos. Un pedal mal colocado, un hilo que cortaba más que Guido Rodríguez y que no tenemos ni idea sobre lenguas asiáticas, convirtieron la hora de costura en un infierno. Hubiésemos preferido echar el día en Afganistán. Menos mal que el tifo “no era ná”.

De nuevo trabajo acumulado. Toda la pintura tendría que hacerse en una tarde. No solo el tifo, sino también el resto de pancartas. Qué le vamos a hacer, lamentarse no sirve de nada. Al día siguiente nada más terminar la jornada laboral, bocata con cruzcampo glacial mientras nos acordábamos de nuestra mala suerte y rumbo al estadio. Aunque solo era una frase a dos colores (5×35 metros) teníamos mucho trabajo.

Pintura comprada, rodillos comprados, plástico para el suelo puesto y manos a la obra. Las risas entre amigos, las bromas y las anécdotas hicieron que sin darnos cuenta casi, el trabajo se fuese terminando. Todo quedó listo para que en la previa del partido se rematasen los últimos flecos.

El mismo sábado por la mañana, ya estábamos colocando cuerdas, palos a los estandartes y subiéndolo a la grada. Debía estar todo perfecto para que el día del partido solo se tuviesen que colocar las banderas a lo largo del gol sur para que acompañaran el tifo.

Al fin, llegó el domingo regalándonos un día de auténtico espectáculo para vivir con los amigos una de esas previas que le quitan el sueño a Pepe Elías. Los nervios del directo nos hacían ser impacientes de ver el resultado final. Quedada hora antes del partido para entrar y coordinar el tifo staff. Poco a poco el Villamarín fue llenándose hasta que el himno sonó por fin y empezó el espectáculo.

El resto de la historia ya la conocen.

DIOS SALVE A LOS FANÁTICOS.